La imágen de una persona es cada día más importante. ¿Es la celulitis un problema meramente estético? Supongamos que lo es.
En la era de las comunicaciones, donde vivimos motivados por centenares de mensajes diarios que nos plantean un ideal de belleza y salud, cada vez más personas están interesadas en lograr una imagen corporal aceptable. Esa imagen está regida culturalmente por algunos modelos, tanto para la mujer como para el hombre. Cuando el esfuerzo por lograr ese ideal es moderado, y está sujeto a valores más elevados como el cuidado de la salud, ese intento representa un signo de sociabilidad.
Por ello, tratar de evitar trastornos como la celulitis tiene una primera motivación estética absolutamente válida. Pero ¿termina aquí el problema? Evidentemente no. La celulitis es, en realidad, una verdadera enfermedad que, si bien no es grave, puede traer serios trastornos a quienes la padecen. En este artículo no sólo encontrará información acerca de esos trastornos, sino medidas preventivas y orientación sobre posibles terapéuticas para los casos en que el problema esté en curso.
Es un proceso por el cual las células de los tejidos adiposos (grasas) llamadas adipositos se alteran al no estar suficientemente irrigadas. Si bien es más frecuente en la mujer, algunos hombres también padecen esta alteración de los tejidos. Su causa inmediata es la pérdida de la tonicidad y elasticidad de las venas que llevan el flujo sanguíneo desde abajo hacia arriba. La sangre tiende a estancarse en los capilares, que son los vasos sanguíneos más pequeños.
Estos van perdiendo su elasticidad, cumpliendo mal su misión de llevar sangre hasta las células que, por lo tanto, no son nutridas adecuadamente. La falla en el drenaje linfático es también característica de la celulitis. En regiones como la pelvis, los muslos y las nalgas la mujer posee 5 veces más células grasas y de mayor tamaño que en las demás zonas del cuerpo, por ende son las localizaciones más frecuentes de la celulitis.
Si bien hemos dicho que el factor desencadenante es la mala irrigación, las causas profundas son, en realidad, genéticas y comportamentales. Existe, en primer lugar, una predisposición de algunas personas a desarrollar este tipo de alteraciones. Si a ello le agregamos hábitos incorrectos, el resultado es la celulitis. Entre esos hábitos inadecuados, una dieta desequilibrada, hipercalórica y rica en grasas, es el principal factor, ya que ayuda a la acumulación de la masa adiposa que luego se transformará en celulitis.
El sedentarismo y la falta de actividad física, específicamente la aeróbica, provoca la insuficiente irrigación de los tejidos. Los tacos altos y la indumentaria ajustada dificultan el libre ascenso del flujo sanguíneo y la correcta irrigación de los tejidos.
La prevención comienza con una dieta equilibrada y adecuada a la situación y los requerimientos de cada individuo. Es recomendable una buena cantidad de fibra, vitamina E y C y Potasio. La idea generalizada según la cual no hay que beber líquidos en cantidad para no favorecer la retención de éstos es errónea y peligrosa.
La poca cantidad de líquido no ayuda para este proceso, ya que no ayuda al recambio de líquidos en el tejido intersticial, es decir, el que se encuentra entre las células y las une. La cantidad mínima de agua diaria está por encima del litro y medio, aconsejándose beberla fuera de las comidas. Bajar la ingesta de sal es otro de los consejos que debe seguir quien quiera prevenir no sólo la celulitis, sino otras muchas alteraciones de la salud.
Pero la dieta por sí misma a veces no es suficiente, sobre todo en personas que ya han comenzado con este problema. La actividad física con especial atención a las actividades aeróbicas, no sólo prevendrá la celulitis, sino también enfermedades cardiovasculares, hipertensión, osteoporosis, etc.; e incluso mejorara el estado de ánimo. Estimulará la circulación sanguínea, tonificará los tejidos, quemará tejidos adiposos, candidatos a convertirse en celulíticos.
La celulitis es difícil de advertir en las primeras etapas, y un diagnóstico precoz es importante para un tratamiento eficaz. Esta detección sólo es posible con mediciones especiales, que diferencian la célula adiposa normal de aquella distorsionada por la celulitis. Esta afecta también al tejido intersticial y los vasos sanguíneos más pequeños, que determinan la temperatura de los tejidos. Estos se "enfrían" por la escasa irrigación sanguínea, lo cual puede ser medido a través de una termografía, según diferentes técnicas:
La de cristales líquidos, los cuales varían su disposición de acuerdo a la temperatura y permitiendo reconocer los tejidos afectados.
La video-termografía computarizada es más exacta que la anterior y mucho más práctica en el uso concreto. Consiste en la aplicación de una faja con sensores térmicos conectados a una computadora.
El estudio de los capilares encargados de irrigar los tejidos está convirtiéndose en el método más eficaz para el diagnóstico precoz del problema. La videocapilaroscopía, con la incorporación de la fibra óptica, puede mostrar el capilar cerca de mil veces más grande de su tamaño real, advirtiendo alteraciones.
Pero la misma persona afectada puede chequear el estado de sus tejidos adiposos con un sencillo examen.
La celulitis puede estadificarse en tres momentos de evolución, que pueden ser observados con la ayuda de los dedos índice y pulgar. Si al "pellizcar" la zona se observan pequeños grumos y hoyuelos, que tardan solo un momento para desaparecer nuevamente, estamos en presencia del primer estadio de la enfermedad. Otros síntomas pueden ser hormigueo en las piernas, que se sienten cansadas, pesadez. En este momento se puede recurrir a masajes manuales o mecánicos y a sustancias lipolíticas.
En el segundo estadio, al pellizcar la piel se observa que aquellos grumos han tomado más cuerpo, y se siente un leve dolor. Alrededor de las células afectadas se están comenzando a formar especies de "almohadillas", apareciendo filamentos de colágeno cuya función es ligar los adipocitos que han comenzado a separarse.
En el tercer estadio el tejido deformado se endurece y compacta, y la presencia del dolor es más intensa y constante. La piel se vuelve fláccida y los nódulos se advierten a simple vista, sin necesidad de pellizcar la piel, la cual se siente mucho más fría.
A esta altura de la enfermedad, las dietas y la actividad física que hubieran mejorado sensiblemente en estadios anteriores, resulta insuficiente y hasta inútil. Por ello, es importante tomar la celulitis a tiempo, ya que habrá mejores probabilidades de erradicarla y prevenirla en el futuro. El tratamiento de la celulitis depende del momento en que iniciamos la intervención. Por supuesto que, en cualquiera de ellos deberá intervenir el médico especialista.
viernes, 2 de noviembre de 2007
Imagen y celulitis
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